La ley 26 del 10 de julio de 2007 declara, que cada año, el mes de septiembre sea conocido como El Mes de la Biblia en Panamá, a fin de conservar, divulgar y promover la buena moral, la tolerancia, la justicia, la fe, la reconciliación, la paz y el amor al prójimo para que se desarrolle aun más los valores sociales y familiares y seguir la Palabra de Dios.
En este mes tan especial no celebramos un libro que meramente nos inspira o informa. Sino que revela a la humanidad la existencia de Cristo Jesús y nos invita a conocerlo y experimentarlos a través de las Sagradas Escrituras.
La Biblia no es un texto común y corriente con simples historias o información como cualquier otro que pueda existir. En el antiguo Israel, los maestros y rabinos comparaban a la Palabra de Dios con el higo, un fruto sumamente apreciado y conocido por las personas de esa época y de ese lugar.
Ellos solían decir que en todos los frutos hay algo que se desecha (la cáscara, el carozo, la semilla) pero que el higo estaba hecho todo para comer y que lo mismo pasaba con la Palabra de Dios: no hay nada que sea desechable en ella.
A través de la Biblia escuchamos a Jesús decir: "Él ha venido para que tengamos vida, y para que la tengamos en abundancia (Juan 10:10)". También, por la paciencia y consolación de las Escrituras, hoy tenemos esperanza (Romanos 15:4). Así mismo, Su palabra es escudo para los que en Él esperan (Proverbios 30:5). Además, es lámpara y lumbrera en nuestro camino (Salmos 119:105). Sin importar lo que pase, la palabra del Dios permanece para siempre (Isaías 40:8).
Las iglesias evangélicas y protestantes recuerdan que un día, 26 de septiembre de 1569, en Suiza, se terminaron de imprimir los primeros 260 ejemplares de la Biblia en español conocida, como: la “Biblia del Oso” (llamada así por la ilustración de su portada).
Esta traducción fue hecha por Casiodoro de Reina, y luego sería revisada por Cipriano de Valera, convirtiéndose en la traducción Reina Valera, de mayor circulación en el mundo de habla hispana y la más apreciada por las iglesias protestantes y evangélicas.