David estaba en sus últimos días ya anciano y enfermo, aconsejó a su hijo, que pusiera en primer lugar a Dios en todo. Para tener la bendición de Dios, es necesario buscarle íntimamente y Él se hará sentir porque el Señor responde las oraciones de los justos, Él hará maravillas si derramamos nuestro corazón.

El Señor tiene cuidado de nosotros y nos socorre en medio de nuestras necesidades pero es necesario buscar a Dios de todo corazón, y más aún en este tiempo, que Cristo ya está a las puertas. Hoy en día se ha menguado en eso, muchos no quieren pagar el precio, muchos no tienen comunión con Dios. 

Hay que darle tiempo al clamor, a la búsqueda, porque cuando la iglesia dobla sus rodillas, el diablo tiembla, los demonios huyen. Debemos someternos a Dios en oración porque no tenemos luchas contra sangre ni carne sino contra principados y potestades. Por tal razón, hay que rendirse a Dios, para que veas huir al diablo. 

No somos nosotros lo que tenemos que estar pisados por el diablo, sino el diablo es el que tiene que estar bajo la planta de nuestros pies; nosotros hemos sido lavados y redimidos con la sangre del Cristo.

Usted tiene que reconocer la autoridad que Dios nos entregó en esta tierra, nosotros tenemos que creer y tener conocimiento profundo con Dios y entender que nuestras batallas las pelea Jehová de los Ejércitos, pero tenemos que serle fiel y Él nos dará la victoria.