Cuando vemos el desarrollo de la vida de Moisés desde su niñez hasta su edad adulta nos hace ver y entender que había sido un instrumento escogido por Dios para dar liberación a este pueblo y llevarlos hacia la tierra prometida.

También vemos el llamamiento de otro joven llamado José que fue vendido por sus hermanos, acusado falsamente y encarcelado, pero que cuando es escogido como segundo de faraón en todo el reino y se reencuentra con sus hermanos entiende y percibe que era necesario pasar por esos procesos para llegar al punto donde Dios había estipulado, mantener con vida a mucho pueblo.

Pero también nos habla de una joven huérfana llamada Ester que fue criada y protegida por un familiar lleno de principios, que le inculcó valores éticos y morales y fue un instrumento utilizado por Dios para preservación del pueblo judío, presentándose delante del rey e intercediendo por ellos.

Así como Dios los utilizó con un objetivo y un propósito definido, de igual forma Dios nos llama hoy para emprender grandes cosas en medio de nuestra sociedad. Hacer lo que Dios nos llama a hacer produce una gloriosa satisfacción. Cuando se acata un llamado y se lleva a cabo la tarea que Dios nos ha mandado, queda registrado en la historia.