La razón de ser de la obra de Dios no es que sea grande, sino que sea impactante en el mundo en el cual vivimos y nos movemos. La presencia de Dios sigue con nosotros, no es un estribillo es una realidad.
Tenemos que seguir las pisadas de nuestro Señor y maestro. La obra de la creación no fue instantánea fue sucesiva, Abraham tuvo que esperar, Moisés esperó 40 años y aún nuestro maestro tuvo que esperar más de 30 años para ejercer su ministerio.
Para recibir poder de lo alto tiene que haber procesos. Las promesas del señor son para aquellos que esperan en él, es necesario esperar para ver su obra en nosotros. Los días de espera me van a conducir a un nuevo plano, a un nuevo avance.
Esos silencios que a veces usted no entiende, son el indicio de la venida de algo extraordinario. Dios se va a mover en el silbo apacible, querrá que nos apartemos y miremos en lo íntimo de nuestro ser. Es tiempo de que escuchemos la voz de Dios.